Reportajes Especiales

SE LO ARREBATARON A LA PARCA (2/7 PARTES) 

Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México 

Ciudad de México.- En una operación calificada como “milagrosa”, en el Hospital Central Militar, el general José Hernández Toledo fue arrebatado a la parca y, al recuperarse, fue comisionado inicialmente en la lucha antidrogas, en instalaciones de Badiraguato, Sinaloa.

El tiroteo fue iniciado en el edificio Chihuahua por el universitario capitalino José Carlos Andrade Ruiz, quien dijo que al llegar los militares, los ametralló por “estupidez y hombría”.

Del otro lado de la plaza, José Hernández Toledo, un soldado y el socorrista Solórzano cayeron alcanzados por balas de los francotiradores y brigadistas “de seguridad”.

Los organizadores de la trampa utilizaron los servicios de niños de Primaria, uno de los cuales fue filmado por el cineasta Servando González (“Viento Negro”) quien grabó lo sucedido el 2 de octubre de 1968, al mando de dieciséis camarógrafos, aparentemente por instrucciones precisas del licenciado Luis Echeverría Álvarez, secretario de Gobernación.

El niño no podía ver a los asistentes al mitin, era bajo de estatura, elevaba los pies, pero le era imposible apuntar, “así que con una metralleta disparó a ciegas contra la multitud, la sacaba por arriba del barandal en el edificio Chihuahua, levantando los brazos”, declaró en su oportunidad Servando González, quien dijo que las películas (de ocho cámaras distribuidas en puntos elevados de Tlatelolco) fueron entregadas a un presunto militar, quien pagó una elevada cantidad en efectivo, poco antes de llevárselas a un destino desconocido hasta ahora.

El oaxaqueño Guillermo González Guardado, su hermano Jesús y el sinaloense Sóstenes Tordecillas Bagazuma se dieron a la fuga en cuanto tuvieron oportunidad.

Otro de los jefes de seguridad, el polémico Sócrates Amado Campos Lemus —entrenado como guerrillero por el capitán mexicano, Lorenzo Cárdenas Barajas, asesor del movimiento estudiantil y amigo personal de Fidel Castro Ruz— diría que Sóstenes “se fue a la sierra tan impresionado (se dijo que había matado a un soldado) y que pesaba como 110 kilos, regresó cuando le dije que no corría peligro, pero se inquietaba al escuchar sonidos que confundía con disparos”.

El heridor del general José Hernández Toledo, que se sepa, nunca fue “molestado” por las autoridades y fue convertido en diputado federal perredista y participó en una “reunión privada” del PRD con el Presidente Ernesto Zedillo Ponce de León, quien lo reconoció con gran afecto, y como no queriendo, afirmó que “hacía como veinte años que no se habían reunido”.

Es posible, como también lo parecía el escape de Sóstenes Tordecillas Bagazuma “hacia la sierra, donde padeció hambre y sed durante mucho tiempo”.

Si después del 2 de octubre el sinaloense pudo llegar a una sierra y esconderse mucho tiempo, el suficiente para perder “gran cantidad de kilos”, al creer que las fuerzas armadas lo acribillarían por el asesinato del soldado… ¿cómo pudieron presentarse sin problemas, él y “el otro prófugo” Guillermo, en una conferencia de prensa, junto con Sócrates Amado Campos Lemus, el sábado 5 de octubre de 1968?

El universitario e investigador Rafael Cabrera denunció en su libro “Debo olvidar que existí. Retrato inédito de Elena Garro”, de Penguin Random House Grupo Editorial, que en el Campo Militar Número Uno, apareció un joven desaliñado, con las ropas arrugadas, barba crecida y cabello revuelto.

Era Sócrates Amado Campos Lemus, uno de los líderes del Consejo Nacional de Huelga, considerado el más radical. Acusó a un grupo de políticos y personajes públicos de ser las cabezas ocultas detrás del movimiento estudiantil e incluso de haberlo financiado.