*Pero el narcotráfico terminó por seducirla, su belleza, gracia y altivez: Sus armas en el mundo de las drogas
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México
Ciudad de México.- Sandra Ávila Beltrán, sobre quien se ha tejido un mito de historias, quería ser periodista. A los 18 años se inscribió en la escuela Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Guadalajara, que en ese entonces, al inicio de los 80, tenía poco de inaugurada.
Algunos de sus ex compañeros dijeron que llegaba tarde a clases, casi siempre dos horas después de iniciadas. Entraba en silencio y se sentaba en la banca que hubiera disponible.
Aunque siempre callada, de pocos amigas y desconfiada, su presencia no pasaba desapercibida, ya que acostumbraba llegar a la universidad privada a bordo de autos lujosos último modelo.
“Bajaba muy “emperifollada” (ostentosa) con muchas joyas. Usaba collares gruesos de oro que estaban de moda en esa época”, recordó uno de sus ex compañeros. A todos nos parecía sospechoso. Nos daba la impresión de ser pariente de narcos o novia de alguno de ellos, pues
era demasiada ostentación. El paso de los años les daría la razón.
SUS INICIOS EN EL NARCOTRÁFICO
En el reverso de la moneda y de acuerdo a informes de la ahora Fiscalía General de la República, (FGR), fueron Rafael Caro Quintero, tío abuelo, y Félix Gallardo, tío directo, los que iniciaron en el narcotráfico y enseñaron a La Reina del Pacifico los movimientos financieros y las negociaciones con las organizaciones criminales dedicadas al contrabando de narcóticos.
Con todo lo aprendido y las recomendaciones de Félix Gallardo y Caro Quintero, Sandra Ávila Beltrán comenzó su carrera en el mundo del tráfico de drogas con los cárteles de Tijuana y Sinaloa, dos de las escisiones del Cártel de Guadalajara.
Personaje central del mundo de las drogas en México, considerada en su momento como una de las personas más poderosas dentro del narcotráfico en México, por sus vínculos con capos de la droga colombianos, no podía pasar desapercibida y como a todos los grandes capos se le
hicieron varios corridos.
Llegaron los invitados. A la fiesta de la sierra. Helicópteros privados. Y avionetas de primera. Era fiesta de alto rango. No podía llegar cualquiera, además era por aire. No podían llegar por tierra.
Sandra fue detenida el viernes 28 de septiembre de 2007, en el sur de la Ciudad de México, en compañía de su pareja, el colombiano Juan Diego, acusada de pretender trasladar a Estados Unidos más de nueve toneladas de clorhidrato de cocaína, droga de la más alta pureza, a bordo del buque Macel, decomisadas en 2002 en el puerto de Manzanillo, Colima.
Tras su captura, la PGR intentó fincarle varios cargos, todos ellos graves, pero solamente pudo acreditarle el de posesión de arma de fuego, por lo que un juez federal la condenó a poco más de un año de cárcel, sin embargo durante ese lapso Estados Unidos presentó más cargos y pidió su detención provisional con fines de extradición, lo que originó otro proceso.
En los cinco años que permaneció presa en territorio nacional, la dependencia nunca pudo probarle sus vínculos con el capo Ismael “El Mayo” Zambada García y menos aún que hubiera recibido embarques de cocaína procedentes de Colombia para llevarlos al vecino país del
norte, por lo que el Poder Judicial de la Federación terminó por exonerarla de esos cargos.
Durante ese período, “La Reina del Pacífico” inició una batalla legal que se prolongó a lo largo de varios años para evitar que fuera extraditada, sin embargo un Tribunal Colegiado finalmente autorizó que fuera llevada a la Unión Americana, hecho que se concretó en agosto de 2012.
Los jefes de cada plaza. Ahí ya estaban reunidos. No podían fallarle al brother. Era muy grande el motivo, festejaba su cumpleaños en su ranchito escondido. Había gente poderosa, del gobierno y fugitivos.
Ya en los Estados Unidos permaneció cautiva menos de un año y finalmente, como muchos otros narcos que aceptan confesarse culpables de cargos menores, llegó a un acuerdo, presumiblemente a cambio de información, y su condena le fue rebajada en un 80 por ciento para finalmente ser puesta en libertad y repatriada a México.