RICARDO RAVELO / SOL CAMPECHE
-Guerra entre narcos y feminicidios, el flagelo que no pudo resolver el gobernador Silvano Aureoles
El estado de Michoacán, gobernado por el perredista Silvano Aureoles, no tiene paz: Además de ser epicentro de guerras entre cárteles, el estado tiene una de las cifras más altas de feminicidios: tan sólo en 2020 fueron ejecutadas unas 200 mujeres.
Las autoridades relacionan este tipo de asesinatos con la delincuencia organizada, aunque no especifica si se trata de mujeres que operan como distribuidoras de drogas, “informantes” o halcones. Lo único cierto es que la matanza de mujeres va a la alza en esa entidad del Pacífico mexicano.
Ayer, por ejemplo, las autoridades reportaron el hallazgo de dos cuerpos sin vida del sexo femenino. Mostraban signos de tortura y eran visibles los disparos de arma de fuego. En estricto sentido, estas dos mujeres fueron torturadas y después ejecutadas. No hay detenidos. La sospecha es que fue una venganza del crimen organizado afincado en la tierra de Aureoles, quien al cierre de su administración estatal sigue sin poder pacificar el estado.
Los crímenes de mujeres van en aumento. En 2020, por ejemplo, de acuerdo con datos de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, la entidad cerró con 200 crímenes de mujeres. La estadística señala que hubo veinte asesinatos más que en 2019.
El hallazgo de los dos cuerpos ocurrió en la calle de Efrén Capiz, colonia Valle de las Delicias, en el municipio de Uruapan, territorio del narcotráfico.
Las fotografías difundidas por las autoridades michoacanas revelan que las dos mujeres vestían ropa negra, tenían las manos atadas. Los cuerpos se localizaron en las inmediaciones de un puente.
Michoacán se ha caracterizado desde hace unos 40 años por ser epicentro de guerras entre grupos criminales, cárteles de la droga de diversas regiones del país que han buscado controlar ese territorio, uno de los más valiosos del Pacífico mexicano.
Además de Los Zetas, que operaron entre el año 2000 y 2005, en Michoacán surgieron otros cárteles como La Familia Michoacana, “La Empresa”, Los Caballeros Templarios, el cártel de Los Valencia, encabezado por la familia Valencia Cornelio, Los Viagra, entre otros.
En el territorio también está presente el Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG), pues su líder –Nemesio Oseguera –se formó en el cártel de Los Valencia, luego operó para “Los Cuinis”, éste encabezado por su cuñado, Abigael González Valencia, detenido en Puerto Vallarta en 2015.
El cártel de Sinaloa, de igual forma, tiene un ramaje que está afincado en Michoacán, al igual que el cártel de Tijuana.
Además, en Michoacán se formaron por primera vez los grupos de autodefensas, ejércitos ciudadanos, supuestamente, organizados para defender los territorios de las invasiones del narcotráfico.
Sin embargo, aunque las autodefensas fueron un recurso importante en Colombia ante las andanadas del narcotráfico, en Michoacán y Guerrero han fracasado porque en la mayoría de esos grupos hay miembros de la delincuencia organizada. Algunas otras autodefensas fueron financiadas por el cártel de Jalisco, cártel que también las dotó de armamento.
Dentro de la geografía del narcotráfico, Michoacán está considerado como un estado clave. Es llamado la “puerta de entrada” en la ruta del Pacífico, una de las más socorridas, de ahí las disputas que privan en la entidad, las matanzas, y la corrupción policiaca y política, pues en la entidad (de Silvano Aureoles todo está permeado por la mafia.
Y es que para tener una idea de su importancia geográfica basta señalar que la droga que sale de Colombia hacia México tiene dos rutas: el Caribe y el Pacífico. La puerta de entrada de la primera es Quintana Roo (esto explica los intensos narcovuelos) y los que arriban por la segunda vía arriban a Michoacán por la zona de La Coahuayana, un ejido con playa donde se observa el conocido faro de Brucerías, donde la población vive de la pesca, el poco turismo que los visita y del tráfico de drogas, pues la mayoría delos cargamentos que llegan por esa ruta son escondidos en bodegas y casas particulares para después distribuirlos o enviarlos a su destino final: Estados Unidos.
Todo esto se realiza con la complacencia de policías y autoridades, pues en Michoacán la estructura de poder sirve al crimen organizado.
Y Esto lo explica todo.