- Joe nunca perdonó a Sinatra cuando él le confió que “Marilyn tenía relaciones con una mujer del estudio”; aunque ella explicaba que se reunía con aquella chica “para tomar alimentos únicamente”.
Corresponsalías Nacionales/Grupo Sol Corporativo
(Cuarta de siete partes)
Ciudad de México.- Extrañaba a Frank Sinatra y a Joe Di Maggio. Este último no quería que fuese actriz, la quería a su lado todo el tiempo. No le gustaba que los actores la besaran. Odiaba todo lo relacionado con las películas de Marilyn. Detestaba su ropa. Deseaba que abandonara el cine y “él la cuidaría”.
Luego de divorciarse, siguieron viéndose. Y Joe nunca perdonó a Sinatra cuando él le confió que “Marilyn tenía relaciones con una mujer del estudio”. Ella explicaba que se reunía con aquella chica “para tomar alimentos únicamente”. Los amigos se pelearon a golpes.
Incluso Marilyn fue investigada por detectives y un fotógrafo. Un día hasta tumbaron una puerta para sorprender a las mujeres apasionadas, pero no estaban ahí. Y Joe enloqueció de celos cuando la actriz se mudó a la residencia de Sinatra.
La costumbre de llevar poca ropa, o no usar nada para estar en casa, no había comenzado en Nueva York. Con una sonrisa maliciosa, la actriz indicaba que a Frank Sinatra no le molestaba que no estuviese vestida si estaban solos; pero cuando estaba acompañado era otra cosa.
En las noches que los amigos de Sinatra iban a la casa para jugar póker, le pedía a Marilyn que ni se acercara. Eran reuniones sólo para hombres. Aunque él sí salía con otras mujeres. Lo único que podía hacer Marilyn era beber.
Una noche estaba tan borracha que olvidó las órdenes de Frank y fue desnuda a buscarlo. Se sentía sola y quería charlar con él. La mujer entreabrió la puerta de una habitación, llena de humo, donde estaban jugando a las cartas. Frank apoyó su copa con tal fuerza que la rompió. Se levantó de la mesa de un salto e hizo retroceder a Marilyn antes que los otros varones pudieran comprender qué estaba pasando. La diva trató de explicarle que ella le gustaría más que el estúpido juego y el cantante puso cara de querer matarla ahí mismo.
Un día, atestigua su asistente Lena Pepitone, “pensando que había salido, entré al baño y la encontré sentada en el inodoro. Tenías las piernas levantadas. Y estaba ocupada en una complicada ceremonia, tiñéndose el vello púbico con ayuda de algún producto químico y dos cepillos de dientes”.
La diva dijo que “ahora se sabía su secreto, era para que hiciera juego con el cabello”. Y agregó que con todos sus vestidos blancos y demás ropa, no quedaría bien tener el pelo oscuro abajo, pues se podría transparentar.
No dejó de reconocer su imprudencia y pocos días después, añade Lena Pepitone, “la encontré en la cama con una bolsa de hielo entre las piernas, tenía todo hinchado por la decoloración”.
La diva tomaba muchas pastillas para dormir, caía en frustrantes letargos. A sus 36 años, se comenzó a murmurar que la carrera de la rubia platino había llegado a su fin. Le ofrecieron filmar completamente desnuda y la señora aceptó porque se sentía joven. Estaba en la plenitud física, pero derrumbada por dentro para siempre. La película quedó inconclusa. De cada siete días de trabajo, Marilyn cumplió dos; pero las fotos del desnudo se publicaron en 32 países.
Volvían a surgir ofertas de trabajo, pero era demasiado tarde. Dos semanas después de la filmación interrumpida, Marilyn fue internada en una clínica psiquiátrica. Intentó suicidarse arrojándose al vacío, pero no se atrevió a hacerlo porque “estaba segura de caer sobre la gente que pasaba”.