- Al saber que el Triángulo de las Bermudas, incluso considerado, “base de OVNIS”, el experto Philip Klass, tras efectuar estudios exhaustivos consiguió descorrer el velo del misterio en muchos informes, en apariencia sólidamente fundados, referentes a los llamados platillos voladores
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/La Opinión de México
Ciudad de México.- Los hombres de ciencia, confraternidad que se destaca por su prudencia, seguían ocupados con sus tubos de ensayo y hacían caso omiso de disputas semejantes por juzgarlas indignas de la ciencia, agregó el escritor Kendrick Frazier, del Reader´s Digest, en su momento.
Sin embargo, algunos científicos, junto con educadores, escritores y magos, para señalar fraudes, empiezan a contraatacar.
En Estados Unidos, formaron el Comité para la Investigación Científica de los Fenómenos llamados Paranormales, “con el fin de investigar con imparcial escepticismo ciertas manifestaciones extraordinarias y ayudar al público a distinguir entre lo real y lo ficticio”, expresó Frazier.
Algunos de los comisionados del organismo fueron Philip Klass, autoridad en asuntos concernientes a los OVNIS; el prestidigitador James Randi; el astrónomo Carl Sagan, el bioquímico Isaac Asimov y el sicólogo B. F. Skinner, quienes saben disfrutar de una historia entretenida tanto como otras personas, pero no quieren que se engañe a la gente.
En nuestro país, la gente parece disfrutar con los engaños colosales. Por ejemplo, todavía no se convence de que los restos de Cuauhtémoc no fueron localizados por la profesora Eulalia Guzmán, quien encontró en Ixcateopan sólo restos quemados de mujeres jóvenes; tampoco desea aceptar que “El hombre de Tepexpan” en realidad fue una mujer chaparra; y no se reconoce oficialmente que Madero y Pino Suárez fueron asesinados en las caballerizas de Palacio Nacional, jamás en las cercanías del Palacio Negro de Lecumberri.
Paul Kurtz, según Frazier, presidente fundador del Comité mencionado, opinó que una ola actual de irracionalidad seudocientífica amenaza ahogar a la gente en un mar de disparates, “se ha desatado una tremenda epidemia de pretensiones de paranormalidad”…
Ya en 1900 el Occidente la veía como simple curiosidad histórica, desmentida por toda una serie de descubrimientos científicos. Pocos intelectuales o personas instruídas consideraban que pudiera contener un mínimo de verdad.
Hoy, en cambio, hay incluso individuos a quienes se supone cierto grado de cultura que afirman su creencia en ella, y muchos miles de personas recurren a los horóscopos del día con el objeto de explicar su personalidad y sus experiencias, con gran pérdida de tiempo.
Por su parte, al saber que el Triángulo de las Bermudas incluso se considera como “base de OVNIS”, el experto Philip Klass, tras efectuar estudios exhaustivos basados en sus profundos conocimientos de aviación e ingeniería electrónica, consiguió descorrer el velo del misterio en muchos informes, en apariencia sólidamente fundados, referentes a los llamados platillos voladores.
Aseveró que en los 12 años que había investigado algunos de los casos más famosos y más celebrados de OVNIS, todavía no había encontrado uno solo que no se pudiera explicar de manera prosaica.
El sociólogo Williams Sims Bainbridge, simpatizante del Comité, dijo que quienes defienden la existencia de lo paranormal sostienen que los científicos suelen pasar por alto cualquier informe que quede fuera de los límites ordinarios de la investigación. Tal observación es correcta. Proviene, sin embargo, no de que los hombres de ciencia se consideren únicos poseedores de la verdad absoluta, sino de la naturaleza de la ciencia misma.
Muchas veces la razón de considerar que un campo de investigación es “paranormal” estriba en que es difícil aplicarle la metodología científica o en que las pruebas presentadas no son convincentes, o son definitivamente absurdas.