Reportajes Especiales

LOS COCINEROS DEL NARCO (1/2 PARTES)

Cada vez crece más su presencia en México y en el extranjero; Han adquirido fama por su destreza para elaborar drogas sintéticas, las más adictivas en el mercado de consumo

Jóvenes y adultos que, en pequeños espacios y con mínima infraestructura, pueden elaborar decenas de kilos de drogas de diseño con metanfetaminas y efedrina, principales precursores químicos para su elaboración

Ricardo Ravelo/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México

Ciudad de México.- Desde hace más de dos décadas, el crimen organizado mexicano ha diversificado sus actividades a tal grado que abrió enormes mercados para operar con drogas sintéticas, elaboradas con metanfetaminas, las cuales las convierte en las más adictivas en el mercado mundial.

Este boom de las llamadas drogas de diseño, que se han expandido por todo el mundo, ha permitido también que los cárteles de la droga utilicen a personal que en el mundo del hampa son conocidos como cocineros.

Estos personajes, expertos en elaborar drogas químicas en pequeños espacios y a muy bajo costo, proliferan por todas partes. Incluso, en Europa han sido arrestados varios de ellos porque, se asegura, están conectados con organizaciones criminales que, a su vez, introducen las drogas sintéticas al mercado asiático e incluso a Australia, donde el costo de ese tipo de sustancias es elevado.

Drogas sintéticas, el otro mercado del crimen

El primer Cártel que en México saltó a la fama por su éxito en la elaboración y comercialización de las drogas de diseño fueron los hermanos Amezcua Contreras.

Afincados en el estado de Colima, los hermanos Amezcua alcanzaron poder a mediados de la década de los noventa. Fueron los primeros en comercializar drogas químicas, importar sus precursores de Asia –entre otros la efedrina– y de esa forma se convirtieron en el primer Cártel en operar sin la mariguana ni la cocaína, drogas que estuvieron de moda en el público consumidor pero que fueron perdiendo mercado ante la avasallante introducción de las drogas compuestas por metanfetaminas.

De esta forma, el Cártel de los hermanos Amezcua se posicionó como el más poderoso de ese ramo. Sin embargo, con la captura a finales de los noventa de Adán Amezcua, el jefe de la banda, el grupo criminal se desmanteló. Su lugar, sin embargo, lo ocupó el Cártel de Tijuana, encabezado por los hermanos Benjamín y Ramón Arellano Félix.
Fundado en los años ochenta, el Cártel de Tijuana se volvió poderoso en pocos años.

Dominaba el tráfico de mariguana y cocaína hacia Estados Unidos. Mantenía vínculos estrechos con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) –intercambiaban drogas por armas– pero aprovechó el vacío que dejaron los hermanos Amezcua para incursionar en la producción de drogas químicas.

En el año 2000, por ejemplo, en México empezó a escasear la efedrina, base de los medicamentos antigripales, la cual también se utiliza para elaborar drogas sintéticas.
En aquel tiempo, los cocineros del Cártel de Tijuana, diseminados por varios puntos de la ciudad, no tenían la materia prima para trabajar. Entonces los jefes en Tijuana ordenaron un operativo especial: comprar todos los medicamentos contra la gripe y resfriados que se disponían en las farmacias de la ciudad de Tijuana.

Así se hizo. Cuando se hicieron de los medicamentos, los cocineros expertos, mediante reacciones químicas, separaron la metanfetamina y de esa forma pudieron elaborar drogas sintéticas.

De acuerdo con informes de la Secretaría de Seguridad Pública y de la Fiscalía General de la República, los cocineros del crimen organizado trabajan en espacios pequeños, incluso, en un departamento pueden montar sus implementos de cocina y producir entre cinco y diez kilos de drogas químicas todos los días.

El éxito radica en que el crimen organizado no invierte sumas elevadas en construir infraestructura: basta una buena cantidad de sartenes, cucharas, instalación de gas para el fuego y los químicos para elaborar las drogas. Por otra parte, las ganancias son millonarias porque el costo de las drogas sintéticas se ha ido elevando, lo mismo que la demanda.