Muchas dudas y cabos sueltos en torno a un descubrimiento que probablemente hubiera sido el más importante de la época: la tumba de Cuauhtémoc en los arenales del Popocatépetl. Todo sucedió justo a la hora en que se extinguieron las vidas de los pasajeros de un avión.
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/La Opinión de México
Resulta interesante que muchos individuos “se colgaron” del supuesto descubrimiento de la tumba de Cuauhtémoc, como el auto publicista Alfonso Quiroz Cuarón -quien se ostentaba como psiquiatra, psicólogo, médico forense, experto en descubrir falsificación de monedas nacionales y jamás lo fue- y el maestro Alfonso Caso, quienes dijeron que no había duda de la autenticidad de los restos de Cuauhtémoc, “descubiertos” por la profesora Eulalia Guzmán.
Para refutar la tesis ya conocida de arqueólogos e historiadores, que desde el principio de las investigaciones en Ixcateopan mostraron su desconfianza, llegando a asegurar que no serían localizados los restos del último emperador azteca en esa población; para contradecir igualmente a quienes adoptaron una posición escéptica, así como para despejar las dudas de los que se reservaron su opinión respecto de tales hechos, “para todo ello, el maestro don Alfonso Caso reveló su criterio, según el cual no debe dudarse de la autenticidad de los restos encontrados”.
Sin análisis forenses, lo que es una irresponsable e imperdonable imprudencia, Caso avaló el “hallazgo” de doña Eulalia Guzmán, al igual que su tocayo Alfonso Quiroz Cuarón, quien no sólo no era médico forense, sino que llegó al extremo de publicar en un libro que sus conocimientos los había obtenido “de oídas” a través de los años.
En un alarde de autoritarismo, Caso felicitó a la profesora por “su triunfo” y envió el mensaje respectivo a “Ixcateopan de Cuauhtémoc, como seguramente se le conocería en el futuro”.
Los dos Alfonsos no sabían obviamente, que los restos que encontró Eulalia Guzmán eran de varias mujeres jóvenes, y por tanto ni la tumba era de Cuauhtémoc ni los huesos quemados del último emperador azteca, como en algún trabajo futuro se demostró.
Sucedió lo mismo, que en el caso del “Hombre de Tepexpan”, pues los restos, como en el caso de Cuauhtémoc… pertenecen a una mujer.
Pero, retomemos el tema de Blanca Estela Pavón y las demás víctimas del avionazo del 26 de septiembre de 1949.
La artista se reunió por última vez con Pedro Infante, según el programa del teatro Tívoli, a mediados de septiembre de aquel año, cuando el actor y el cantante Emilio Tuero, disputaban los aplausos del público. Blanca Estela Pavón fue invitada de honor.
Más tarde fue contratada para actuar en Oaxaca y su estancia coincidió con una gira de trabajo que realizaba allá el senador Gabriel Ramos Millán, fuerte aspirante a la Presidencia de la República.