Reportajes Especiales

LA SUPUESTA CONFUSIÓN (2/7 PARTES)

Fidel Corvera Ríos comenzó a traficar con drogas y junto con el peligroso cubano Antonio “Tony” Espino Carrillo (exguardaespaldas del derrocado presidente de Cuba, Carlos Prío Socarrás), planeó una fuga a sangre y fuego en el penal de Lecumberri

Fue victimado a tiros “Tony” Espino, dentro de la cárcel y otros reclusos fueron heridos, Fidel Corvera Ríos había arrojado al vacío a Manuel, quien segundos antes lo había herido en el abdomen con un disparo de fusil

Redacción/ Sol Quintana Roo/ Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México

Ciudad de México.- Los hampones lograron escapar, pero sin llevarse un solo peso de la cuantiosa nómina de trabajadores del Departamento del Distrito Federal. Y sucedió algo digno de reconocimiento: los policías perseguidores y los mismos ocupantes de la camioneta, ya liberados, bien hubieran podido ocultar una de las bolsas de lona, para apoderarse de casi un millón de pesos en efectivo, pero no lo hicieron, al contrario, todos cumplieron con su deber entregando todos los billetes a las autoridades.

¡Sorpresa! Uno de los hermanos Izquierdo Ebrard, Hugo (Arturo no participó) estaba involucrado en el asalto y fue enviado a prisión. Casualmente, el mentiroso homicida conocido como “El Sapo” (juraba ser el asesino de 131 sinarquistas durante la tragedia del 2 de enero de 1946, en León, Guanajuato, cuando que sólo murieron 27 y están sepultados en el panteón local) intentó matar a Hugo, a quien le perforó el tórax pero se salvó por la pronta atención médica.

El caso es que Fidel Corvera Ríos comenzó a traficar con drogas y junto con el peligroso cubano Antonio “Tony” Espino Carrillo (exguardaespaldas del derrocado presidente de Cuba, Carlos Prío Socarrás), planeó una fuga a sangre y fuego en el penal de Lecumberri.

El cubano había sobornado a funcionarios mexicanos para obtener una plaza de agente federal en México, aunque duró poco tiempo en la policía. Pero se rumoraba que era el principal autor intelectual de un doble asesinato cometido en las calles de Lucerna, donde fueron victimados una millonaria española y su novio, un joven italiano, asunto que se conoció como “el crimen de la Cassola”, que publicaremos en fecha próxima.

Misteriosamente, entre varios presidiarios reunieron varias tiras gruesas de madera y construyeron una escalera de varios metros de altura.

¿Por qué se les permitió la fabricación de la escalera, en un penal donde muchos detalles no pasaban inadvertidos para las autoridades? Los rumores corrieron sin freno: había que matar a “Tony” Espino porque “sabía mucho acerca de los funcionarios mexicanos que ayudaron a Fidel Castro Ruz y su revolución en Cuba”. Efectivamente, Espino mantenía comunicación con rebeldes en la isla, aparte de que estaba enterado del apoyo económico que proporcionaba Carlos Prío Socarrás a los revolucionarios, quizá para intentar recuperar el poder político. Pero nada de esto era ignorado por funcionarios mexicanos, entre ellos Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los mejores investigadores de la Dirección Federal de Seguridad.

El 5 de diciembre de 1962, con la escalera de madera que “mágicamente” apareció en el patio del Palacio Negro de Lecumberri, varios reclusos armados (habían comprado pistolas a los custodios y otras las consiguieron por la fuerza aquella ocasión) llegaron a lo alto de la muralla, donde, extrañamente, los ametralladoristas no hicieron funcionar el armamento pesado, y fue cuando nuevamente es arrojado desde lo alto el cumplido uniformado Manuel Cardona Sánchez.

En la supuesta confusión fue victimado a tiros “Tony” Espino, dentro de la cárcel y otros reclusos fueron heridos, Fidel Corvera Ríos había arrojado al vacío a Manuel, quien segundos antes lo había herido en el abdomen con un disparo de fusil…

La buena suerte de Cardona entró en acción y volvió a salvarse de sus lesiones al caer desde diez metros de altura.

Es preciso mencionar que el cumplido custodio no fue recompensado por las autoridades del Departamento del Distrito Federal.

Fidel Corvera Rios se deslizó herido, por un cable telefónico y se quemó las manos, pero logró llegar hasta un puente ferroviario, sobre el Canal del Desagüe y se ocultó en una casa de la Colonia Moctezuma, donde el Servicio Secreto lo descubrió y arrestó como quince días después de la fuga que costó la vida a “Tony” Espino y otro recluso.