- El 14 de agosto de 2005 se publicó un artículo donde se demostró documentalmente que los ex braceros SI APORTARON el 10 por ciento de su salario para un fondo de ahorro que el gobierno, en 2005, se negaba a pagarles.
Redacción/La Opinión de México/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/Sol Chiapas/Sol Belice/La Opinión de Puebla
(Sexta de siete partes)
Ciudad de México.- El 14 de agosto de 2005, el periodista Jesús Ramírez Cuevas, publicó en La Jornada un artículo “donde demostró documentalmente que los ex braceros SI APORTARON el 10 por ciento de su salario para un fondo de ahorro que el gobierno, en 2005, se negaba a pagarles”.
El joven Ramírez aseguró que entre 1942 y 1966 (¿?) el gobierno mexicano recibió millones de dólares procedentes de Estados Unidos como parte del fondo de ahorro descontado a trabajadores migrantes y que NUNCA LES FUE DEVUELTO “como se acordó en el convenio binacional”.
El Ejecutivo alegaba que NO HAY DOCUMENTOS OFICIALES QUE ACREDITARAN LA RECEPCION Y DESTINO DEL DINERO, pero exbraceros encontraron pruebas de que el gobierno recibió sus ahorros devengados en el vecino país. Ramírez añadió que “en privado, los legisladores y funcionarios consideraron impagable la deuda y optaron por crear un Fideicomiso para darles a los exbraceros ayuda social, aclarando que no era compensación, indemnización o retribución”.
Sin dar nombres, Ramírez Cuevas expresó en su reportaje que “el monto de la deuda, SEGÚN ALGUNOS INVESTIGADORES, rondaría entre 750 millones y 1,000 millones de dólares, contando la deuda más los intereses generados”.
¿Qué pudo suceder como para que decenas de personas creyeran en el rumor de una colosal estafa e hicieran cálculos sobre las rodillas?
Es obvio que jamás leyeron LOS INFORMES PRESIDENCIALES de por lo menos 22 años en que varios Jefes de la Nación lamentaron profundamente la fascinación que siempre han ejercido los dólares, “los billetes verdes”, entre mexicanos que se cansaron de ir y regresar, LEGAL O ILEGALMENTE a Estados Unidos para trabajar en cuestiones agrícolas y de servicios diversos.
Los Presidentes de México aseguraron, casi sin excepción, entre 1944 y 1964, que mucha mano de obra excelente, escapaba a los controles ejercidos no sólo por autoridades norteamericanas, sino mexicanas como en el caso de la Secretaría del Trabajo y, pudiera decirse que por desgracia, gran porcentaje de esos trabajadores, que legalmente hubieran tenido empleo seguro y bien pagado, una y otra vez por temporadas, no regresaban a nuestro país perdiendo derechos y no reclamando en su oportunidad el cheque que amparaba su fondo de ahorro que DEBIAN INVERTIR EN IMPLEMENTOS AGRICOLAS y cuyo seguimiento debían implementarlo los bancos mexicanos, para que nuestros braceros pudieran adquirir IMPLEMENTOS AGRICOLAS que pudieran traer los trabajadores al repatriarse en cumplimiento del convenio bilateral. O sea que Estados Unidos sabía que tarde o temprano, esos implementos agrícolas sustituirían paulatinamente el trabajo a mano limpia…como sucedió finalmente.
Se calcula oficialmente, (no existe la seguridad, a pesar de que se intentó documentar todo), que durante el período que abarcó el más famoso acuerdo bracero, entre 1942 y 1964, (no 1966 como asegura Jesús Ramírez Cuevas), “alrededor” de 4.6 millones de personas trabajaron como braceros documentados en Estados Unidos.
Si los Presidentes de México afirmaron en sus Informes anuales que más o menos un 60-70 por ciento de quienes se enrolaban, sucumbía ante mejores ofertas de trabajo, pagadas en dólares y se quedaba en Estados Unidos, a pesar de la prohibición, entonces los cálculos ya no deberían haber sido hechos tomando en cuenta los “alrededor de 4.6 millones de trabajadores migratorios”, sino mucho menos individuos.
Empero, repetimos, el mismo Congreso de la Unión, a través del diputado Ricardo Ernesto López Priego, del Grupo Parlamentario Morena, expresó que “como es LAMENTABLEMENTE CONOCIDO, aun cuando el gobierno estadunidense envió los recursos del fondo, en tiempo y forma, al gobierno mexicano, éste NO LO HA ENTREGADO A LOS EXBRACEROS, JUNTO CON LOS INTERESES BANCARIOS Y AJUSTES INFLACIONARIOS CORRESPONDIENTES A 76 AÑOS QUE HAN TRANSCURRIDO DESDE EL INICIO DEL PROGRAMA BRACERO”.
Y el Centro de Análisis Multidisciplinario, (CAM), de la Facultad de Economía de la UNAM, calculó en 2008 que el monto de la deuda del gobierno mexicano con los exbraceros ASCENDIA A MAS DE CINCO BILLONES DE PESOS, ES DECIR, QUE A CADA TRABAJADOR LE CORRESPONDÍA EN PROMEDIO UN MILLON 96 MIL PESOS.
Es obvio que en tiempos modernos, Hacienda y la Secretaría del Trabajo pudieron impedir el gran engaño sobre el supuesto “robo del fondo de ahorro bracero”. Pero, por alguna razón que sólo a nuestros lectores toca deducir, callaron de manera misteriosa. Bueno, no tanto, por lo que respecta a la Secretaría del Trabajo, algunos de cuyos funcionarios, en presunta colaboración con diputados, defraudaron ellos sí a los braceros. Entre los diputados capturados por la policía, estuvo Carlos A. Madrazo, famoso político tabasqueño.
En fin, los braceros ganaban inicialmente .30 centavos de dólar por hora; 2.40 dólares por día, 16.8 dólares a la semana; 67.20 dólares al mes que, al término del contrato semestral obligatorio, les redituaba, (del total de 403.20 dólares), la devolución de 40.32 dólares en cheque para que compraran implementos agrícolas.
No podían abandonar Estados Unidos sin su cheque, certificado ANTE EL CONSUL MEXICANO. Así que cientos de miles de braceros, ¿iban a perder sus ahorros sin protestar e incendiar bancos mexicanos tramposos?…Claro que no, les era más sencillo cobrar su dinero, (no sabemos cómo se les obligaba a comprar implementos agrícolas), y volver más tarde al vecino país, ya sin perder tiempo en trámites migratorios. Relaciones Exteriores pudo aclarar la supuesta estafa…y también silenció su verdad. La documentación firmada ante los cónsules mexicanos debe estar en alguna bodega y se podría demostrar que la inmensa mayoría de los braceros cobró su fondo de ahorro a tiempo. Excepto los que burlaron las leyes mexicanas y norteamericanas. ¿Cómo se supo aquí, sin lugar a dudas, que no se entregó el apoyo social a desertores tramposos o incluso a gente que cobró sus cheques normalmente en aquellos tiempos?.. Algún día dejará de ser un enigma.
En principio debería aclararse que el Programa Bracero, (1942-1964), constó de varios acuerdos entre México y Estados Unidos y que, en el caso del polémico “Fondo de Ahorro”, supuestamente estafado por funcionarios mexicanos a los sufridos trabajadores, “conviene señalar que desde el inicio no se especificó el monto que habría de descontarse a cada trabajador”, según está oficialmente documentado.
Tal aseguró el licenciado Mauricio Dardón Velásquez, asesor del área de relaciones internacionales del Grupo Parlamentario del PRD.
El acuerdo para reglamentar la contratación TEMPORAL de trabajadores agrícolas migratorios mexicanos, fue celebrado el 4 de agosto de 1942, (tres años antes de que Estados Unidos arrojara bombas atómicas en Japón y terminara la Segunda Guerra Mundial), y lo modificaron el 26 de abril de 1943, para especificar que “las cantidades con que contribuyeran los trabajadores mexicanos para la formación del Fondo de Ahorro Campesino, se enviarían a bancos mexicanos que deberían cuidar que los ahorros se invirtieran en la adquisición de IMPLEMENTOS AGRICOLAS que pudieran ser traídos por los trabajadores al repatriarse CADA SEIS MESES”.
Al mismo tiempo otro gran número de trabajadores NO AGRICOLAS migratorios mexicanos, se dedicó a cuestiones ferroviarias y también se les sugirió que “contribuyeran para la formación de su Fondo de Ahorro”. Se ignora aún si se enviaron cantidades a México y si se reintegró a los ferroviarios, pero al parecer, ninguno de éstos se llamó “estafado”, ni siquiera cuando el 15 de noviembre de 1946, México y Estados Unidos dieron por terminado el acuerdo en torno al envío de trabajadores ferroviarios.
Bien. El 21 de febrero de 1948, insistimos, comienza la retención reglamentada del 10 por ciento para el Fondo de Ahorro de los Trabajadores Agrícolas, mediante constancia documental en cada día de raya. Al término de cada contrato, (nunca excedieron los seis meses de trabajo), la Secretaría de Relaciones Exteriores, a través de cónsules, debía atestiguar la entrega del ahorro para cada trabajador, mediante cheque bancario certificado a su nombre y sellado por el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos, en protocolo semestral que pudiera garantizar que los contratados abandonaran territorio norteamericano sin deber o que les debieran algo. Repetimos: sólo que alto porcentaje de braceros prefería convertirse en indocumentado y quedarse en Estados Unidos, “fascinado por los billetes verdes”, como asegurara un Presidente de México en su informe anual.
Dicho en otras palabras y como comentaban algunos maestros, “con palitos y manzanitas”: las ventajas de la contratación eran menospreciadas por ingenuos trabajadores, a quienes casi nunca les importó perder su fondo de ahorro y su derecho a la recontratación siguiente.