“La Firma” podría ser más un aliado de “El Sapo” en su estrategia de ascender en el Cártel que un subordinado a las órdenes de “El Mencho”
“La Firma” es joven, no tiene problemas de salud y mantiene una sanguinaria estrategia de imponerse con el poder de las balas en toda la región
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México
Jalisco.- Al igual que lo hicieron Los Zetas en su momento, “El Sapo” ha integrado a las filas del CJNG a colombianos y guatemaltecos que cuentan con preparación militar, lo que se pone de manifiesto en el grado de violencia utilizado contra organizaciones rivales y contra las fuerzas federales.
Uno de esos colombianos a los que “El Sapo” reclutó es Carlos Andrés Rivera Varela, alias “El Morro”, “El Manotas”, “El Colombiano” o, su apodo más conocido, “La Firma”.
No se sabe si fue el propio “Mencho” quien lo trajo desde el país sudamericano para que ocupara la plaza que “El Sapo” estaba dejando para enfocarse en los territorios del Bajío, o si “El Sapo” convenció a Oseguera Cervantes para que lo designara jefe de plaza de Vallarta.
En ese sentido, “La Firma” podría ser más un aliado de “El Sapo” en su estrategia de ascender en el Cártel que un subordinado a las órdenes de “El Mencho”.
“La Firma” llegó a México con sus propios hombres y sus conexiones criminales en Centro y Sudamérica bajo la consigna de operar bajo las órdenes de “El Sapo”. Apenas llegó, junto con sus hombres empezó a hacer una limpia dentro del Cártel, eliminando a los viejos jefes de la organización, con quienes no comparte ni el estilo ni la forma de operar el negocio.
“La disputa es transparente: Rivera Varela ha llegado de fuera, tiene su propia gente y sus contactos, no respeta los acuerdos internos de esa organización y se quiere quedar con el control de toda la Costa Norte de Jalisco y la sierra adyacente, que es la región que controla Agustín González Chavarín, uno de los operadores históricos de “El Mencho”.
Ésta es una más de las muchas disputas internas del CJNG, sin un esquema de sucesión claro para “El Mencho”, quien observa estos movimientos sin poder intervenir directamente en un proceso donde, además de operadores históricos del Cártel, están participando nuevos actores”, se indicó en su momento.
Descrito como “un hombre de aspecto cansado y con un rostro triste”, conocido como “Don Guty” o “El 14”, a González Chavarín “le cuesta disimular la diabetes que le aqueja y que, en muchas ocasiones, le impide trabajar a pleno en la responsabilidad que tiene encomendada: ser el principal operador del CJNG en la Costa Norte, en la estratégica zona de Puerto Vallarta y Nuevo Vallarta”.
“Don Guty” tiene también la encomienda de abastecer de víveres y apoyos de todo tipo a “El Mencho”, también enfermo y refugiado en la sierra junto a su principal círculo de seguridad, para evitar ser detectado por las autoridades.
Los recientes hechos de violencia que se han registrado en la costa de Jalisco se explican por esas disputas que se han ido agravando por la aparición en escena de “La Firma”, quien choca por una cuestión generacional y de cultura delincuencial con el viejo capo enfermo de diabetes.
“La Firma” es joven, no tiene problemas de salud y mantiene una sanguinaria estrategia de imponerse con el poder de las balas en toda la región, desconociendo el mando de González Chavarín y estableciendo sus propias rutas de comercialización de drogas y de extorsión.
Muchos de los homicidios, enfrentamientos y bloqueos registrados en municipios como Tomatlán se deben a la operación de “La Firma” para desplazar a quien, en teoría, es uno de sus jefes.
Desde finales del año pasado, la posición de González Chavarín se vio desafiada por una doble pinza, considerada por los órganos de inteligencia como lo que podrían ser brazos de una misma amenaza: células de organizaciones antagónicas que ofrecen dinero a los pobladores de la sierra y de la costa, a cambio de información sobre ‘El 14’ y su gente, para aniquilar sus bases de operación.
En realidad, todo indica que esas células son manejadas por Rivera Varela y su grupo de operadores y sicarios provenientes de Colombia.
De esta forma, señalan analistas en temas de seguridad nacional, el interés de los jefes regionales por controlar las plazas del CJNG, pensando en un posible remplazo de “El Mencho”, ya sea porque finalmente la enfermedad acabe con él o porque sus enemigos o las propias autoridades lo capturen aprovechando su poca movilidad, lo cual está generando diversas pugnas al interior de la Organización Criminal que anuncian una espiral de violencia para la que nadie está preparado.