Redacción/Sol Campeche/ Sol Yucatán
Nueva York. – Fue asesinado un hombre indígena nahua de 29 de años de edad que trabajaba como repartidor de comida en Nueva York, Estados Unidos, mientras se dirigía a entregar un pedido al noroeste de Manhattan.
Francisco Villalba Vitinio, originario de Guerrero y migrante mexicano que residía en el país vecino del norte desde hace unos nueve años, no pudo entregar el pedido que llevaba a la parte trasera de la Escuela Pública No. 38, que se ubica entre áreas de estacionamiento, parques y edificios multifamiliares, según relata el periodista Heriberto Paredes para el diario guerrerense de El Sur.
Los hechos ocurrieron el pasado lunes 29 de marzo alrededor de las 23:00 horas. Villalba transitaba a bordo de su bicicleta, la cual ocupaba para trabajar, cuando recibió al menos tres disparos con arma de fuego.
El reportero contó a El Sur que, de acuerdo con las autoridades, el propósito del atraco era quitarle sus pertenencias, en especial su bicicleta. Sin embargo, ésta fue encontrada tan sólo unos metros más adelante con la cadena suelta.
Fue en 2012 cuando el joven llegó a Estados Unidos, a los 20 años, y se enfocó en buscar trabajo. En 2019 se unió las filas de los repartidores de comida por aplicación, más conocidos como “delivery boy“, o “deliveris”, en EU.
“Era muy trabajador, no se metía con nadie, trataba de evitar los problemas”, describió Pedro, el hermano menor de Francisco, al reportero Paredes.
Según la información publicada en el diario El Sur, Pedro tiene 24 años de edad y llegó a EU hace tres años con la idea de trabajar y juntar dinero para construir una casa en su pueblo natal para vivir con su esposa y su hija.
“El día que lo mataron a mi hermano lo vi antes, nos cruzamos, le pregunté cómo estaba y me dijo que bien, que todo tranquilo. Él y yo trabajamos por esta zona de East Harlem, por eso nos encontrábamos seguido”, contó el joven.
La parte este de Harlem es conocida como “El Barrio”, y es la zona de la ciudad que está más poblada con migrantes latinos. Heriberto Paredes relata que en el lugar abundan los murales sobre el “orgullo latino” y refieren a la música de salsa y cumbia; comparten las tiendas de abarrotes para escuchar música a todo volumen y en tiempos de calor los parques se abarrotan de familias.
“En el caso de quienes migran desde Guerrero, se impone la dificultad de hablar sus lenguas nativas, manejar un español con ciertas limitaciones y masticar un inglés forzado”, explicó el reportero para El Sur.
Desde el 30 de marzo, el lugar en donde fue hallado el cuerpo de Francisco Villalva se convirtió en un altar permanente. Día con día se iluminan veladoras anónimas alrededor, llevan mariachis y rezan misas en su honor.
Incluso, el domingo 4 de abril la agrupación La Sagrada Banda Alteza de los Hermanos del Pueblo, banda de viento originaria de Malinaltepec, ofreció un pequeño concierto a manera de despedida.
Pero las acciones de la comunidad migrante no se quedaron ahí, sino que escalaron a actividades de protesta para exigir justicia por el asesinato del migrante indígena. Alrededor de 500 repartidores de comida acudieron esa tarde al Precinto No. 23 –equivalente al Ministerio Público en México– del Departamento de Policía de Nueva York, pues ahí se está llevando la investigación del homicidio.
Entre los gritos de “¡Justicia para Francisco!”, los “deliveristas” se presentaron frente a las autoridades y después, encabezados por un mariachi, caminaron seis cuadras con cartulinas en mano hasta llegar al altar improvisado, donde concluyeron con palabras de consuelo y solidaridad.
La familia de Francisco ha recibido varios donativos y mensajes solidarios de decenas de repartidores que trabajan en la misma situación de precariedad, riesgo e inseguridad.
“La única información que la familia logró por parte de la Policía fue que ya se estaba revisando el material de las dos cámaras de vigilancia en el lugar y que en los siguientes días –esta semana– habría una ‘respuesta contundente’, agregó el reportero Heriberto Paredes.