Reportajes Especiales

FUSILAMIENTOS (6/7 PARTES)

by Edouard Manet 1867

Cerca de cien sacerdotes fueron fusilados, porque el gobierno creía que dejando sin guías a los campesinos, la rebelión sería sofocada con rapidez.

Redacción / Sol Quintana Roo / Sol Yucatán/ Sol Campeche / La Opinión de México

Ciudad de México.- El 26 de mayo de 1967, el capitán Modesto García Ramírez Juárez, fue entrevistado en una casilla electoral entonces ubicada en Insurgentes Norte 1812, relativamente cerca de la terminal “Indios Verdes”, del Sistema de Transporte Colectivo-Metro.

Nacido en la ciudad de Torreón Coahuila, el 15 de junio de 1872, año en que falleció su ilustre pariente, don Benito Juárez García, Benemérito de las Américas, el capitán dijo que sus padres, Manuel de los Sacramentos García y María del Carmen Ramírez Juárez, fueron originarios de San Pablo Guelatao, Oaxaca., cuna del afamado pastor que llegó a ser Presidente de la República.

El militar relator afirmaba que posiblemente el espíritu de su pariente Juárez alentaba en su indómito carácter, porque a sus 95 años de edad, (en 1967) no se rendía ante el tiempo y recordaba su pasado con relativa fidelidad.

A pocas personas les relataba lo relacionado con la supervivencia increíble de que había gozado desde que prestaba servicios al mando del general Miguel Alemán González, cuando tuvo lugar un alzamiento porfirista en Acayucan, Veracruz. Su hijo, Miguel Alemán Valdés, sería Presidente de la República.

El anciano militar dijo tener innumerables muestras que en todo su cuerpo le habían dejado las balas que fueron incapaces de cortarle la existencia.

Decía que en tiempos de los “cristeros” cerca de cien sacerdotes fueron fusilados, porque el gobierno creía que dejando sin guías a los campesinos, la rebelión sería sofocada con rapidez. “En aquella época protegíamos a los sacerdotes, los escondíamos de día para que ejercieran de noche en provincia, pero no faltaban los traidores que los denunciaban por dinero o por temor”, narraba.

“Lo de nosotros no era deslealtad, porque muchos generales escondían en sus propias casas a los religiosos”, sostenía.

Luego de estar al mando de Alemán, “me dirigí a Torreón, para incorporarme a las fuerzas villistas, con las que estuve en la toma de Parral”.

“No olvidaré que ahí, el 8 de julio de 1913, por soldados comandados por el general Rubio Navarrete, que defendía la plaza, fui fusilado por primera vez”, comentó.