ENTRESEMANA

MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN / SOL CAMPECHE San Andrés En memoria de Fernando Macías Cué ¡Buenos días! ¡Ánimo!, saludó el licenciado presidente, en la esperada
reaparición en Palacio; de buen humor y renovada pasión por lo que es
de él, muy de él ¡faltaba más!, recuperar el púlpito que doña Olga no
pudo ocupar como mandan los cánones constitucionales en ausencia del
dueño de la plaza, so riesgo de convertirse en la mujer más poderosa
de la llanura.
¡Imagínese! Don Rafael Solana habría estado de plácemes con doña Olga
en el papel de Matea, el personaje central de “Debiera haber
obispas”, hecho realidad en Palacio. Pero no, no, el púlpito de las
mañaneras tiene dueño.
Usted disculpe. Habrá quien considere un exceso la analogía, pero ¿a
poco no? El riesgo es que el licenciado Andrés Manuel y sus huestes me
califiquen ramplón. Sí, porque ahora amén de fifí, neoliberal y
conservador hay periodismo ramplón, es decir, vulgar, falto de
originalidad y carente de elegancia, en suma: corriente.
Porque, el inquilino de Palacio reapareció en el púlpito y se despachó
una homilía en la que, cita la muletilla, dejó en claro quién es quién
y que sus críticos no se anden por ahí con versiones respecto de su
salud.
¿De veras se contagió? ¿En serio, estuvo postrado y en riesgo de
muerte? ¡Caray!, no tienen llenadera estos críticos y enemigos de la
4T.
¿No fue suficiente que el escritor y periodista y vocero presidencial
Chucho Ramírez saliera a atajar perversas conjeturas, sin imagen del
licenciado Andrés Manuel, y luego, en video bien cuidado seguramente
por Epigmenio Ibarra, el propio presidente se presentó sano y bien
maquillado, sonriente y con sus ojitos vivarachos en ese recorrido por
los vulgares, brillantes adoquinados, pasillos de Palacio Nacional?
Los mexicanos, el pueblo bueno y el pueblo malo, juntos en oración
plena, sin riesgo de infringir el ordenamiento constitucional que nos
asume un Estado laico, debimos sumarnos a las primeras palabras del
prócer, cuya misión lo instala a punto de la canonización, con todo
respeto, porque salió del martirio al que lo sometió el malvado Covid,
como una prueba enviada por el chamuco.
Y es que, no me crea, pero en su reaparición, le decía, de buen humor
y fresquecito, lo primero, lo primero que hizo el licenciado
presidente fue abrir la homilía sin temor al libre credo religioso de
126 millones de mexicanos.
“Bueno, primero dar gracias al Creador, a la naturaleza y a la
ciencia, porque salí bien, sano”, dijo Andrés Manuel, con ese halo de
prístina honestidad, convencido de que estuvo enfermo aunque sus
contradictorias explicaciones alimenten la perversa idea de que fue
estrategia para victimizar su liderazgo, justo cuando el escándalo de
las estrategia de vacunación sin vacunas, como la rifa del avión sin
avión, amagaba con generar descrédito entre el pueblo bueno. Y ese
escenario, ¡válgame!, ¿en pleno proceso electoral? No, por favor.
Por eso, sin prueba alguna, acto de contrición bien estudiado, el
licenciado López Obrador se confesó en vivo y a todo color en la tele
pública:
“Tengo en mi mente a quienes han perdido la vida por esta terrible
pandemia y por quienes sufren al estar internados mucho tiempo y
padecer de daños en el proceso de tratamiento, o sea, todo lo que
significa la recuperación, lo que se conoce como pos-COVID. Entonces,
primero pues solidarizarme con ellos, con los familiares de las
víctimas, con los que han padecido de esta terrible enfermedad”.
¡Ah!, pero aprovechó para insistir en el mismo pasaje de la homilía
que ha cumplido dos años en ser recitada desde el máximo púlpito:
“Ahora que salí a decir que estaba yo bien, porque ya me daban por
grave, inventando cosas, un periodista de estos salinistas, que tenía
yo parálisis, sí. Y salgo en la escalera y el Reforma -no me abroché
bien el traje y aparecí así- y dice: ‘Quién sabe qué aparato tiene ahí
el presidente’. Un periodismo muy ramplón”. ¡Sopas! RAMPLÓN.
Y se siguió por esa ruta harto conocida. ¿No se cansa el licenciado?
Quizá no tiene otro libreto, tal vez Chucho y Epigmenio y Jenaro
Villamil no se han aplicado y consideran que el mismo rollo no cansa.
Total, se trata de descalificar y, por ejemplo, pendejear o las
mentadas de madre no pasan de moda.
Así que, el señorpresidente acotó: “todo esto, pues la explicación es
la de que no están de acuerdo con la transformación porque quieren
seguir robando. Son muy corruptos, los conservadores son muy
corruptos; además de que su doctrina es la hipocresía, tienen como
distintivo el que son muy ambiciosos, su dios verdadero es el dinero.
Entonces, los entiendo, son capaces de inventar cualquier cosa”.
Dos años con el mismo rollo. Y duro con la religión. ¿Será Santo?
Bueno, bueno, el caso es que con esa singular praxis de importarle un
pito lo que digan y acuerden los consejeros del Instituto Nacional
Electoral, nomás para dejarles clarito quién es el que manda, en esta
esperada reaparición el licenciado Andrés Manuel zarandeó por enésima
ocasión a los intelectuales, periodistas y escritores fifí, como
Krauze y Aguilar Camín, esos que escriben en los inmundos diarios
Reforma y El Universal, que hace periodismo ramplón. Lea usted:
“De todas maneras, en los periódicos y en todas las publicaciones
están dedicados a oponerse. Ellos son los que recomendaron que se
unieran todos en contra de nosotros para que no ganáramos en la
próxima elección el Congreso.
“¿Y por qué no quieren que ganemos el Congreso?
“Bueno, porque quieren seguir manteniendo al régimen de corrupción.
“¿Qué hicieron cuando se llevó a cabo la reforma energética?
“Pues un festín, hasta recibieron sobornos los legisladores de esos
partidos, está probado. Entonces, eso es lo que quieren.
“Hace poco ese grupo votó en la Cámara de Diputados en contra de la
pensión a los adultos mayores.
“¿Para qué quieren tener ellos la mayoría en el Congreso?
“Pues para que el presupuesto siga destinándose a las minorías y que
no se le apoye a la gente necesitada, al pueblo; para eso quieren
ellos tener la mayoría, eso es lo que está de por medio”.
¡Caray! Nada más le faltó decir “¿por qué no quieren que los de Morena
ganemos el Congreso?”
Oiga, y por qué se enfermó, preguntarían al beato, que digo beato,
Santo de la devoción de los desamparados, los adultos mayores que
antes a los 65 años podían cobrar el recurso otorgado por el gobierno
y ahora hasta que cumplan los 68, si bien les va.
–¿Por qué me enfermé?— se preguntó San Andrés de todos los días.
“Primero –se respondió–, porque no me vacuné, no abusé. Pude haberme
vacunado. Hay jefes de Estado, presidentes, que se han vacunado, han
sido de los primeros, nada más que eso no lo dice la prensa
conservadora, la prensa fifí; al contrario, hasta les aplauden.
“¿Y cómo es que se vacunan esos jefes de Estado, esos presidentes,
esas personalidades?
“Con el pretexto, la argucia, de que de esa manera ellos dan el
ejemplo para que la gente -fíjense la triquiñuela- para que la gente
tenga confianza y no le tema a la vacuna. De eso no habla la prensa
conservadora.
“Y, dos, ¿por qué me contagié?
“Porque tengo que trabajar, como millones de mexicanos, ni modo que me
quedara todo el tiempo encerrado. No se puede vivir encerrado. Me
cuidé, guardé mi sana distancia, pero me tocó. Afortunadamente, salí
adelante.
“Entonces, los vamos a seguir enfrentando, vamos a seguir luchando por
la transformación del país, porque a la crisis sanitaria y la crisis
económica las vamos a vencer, las dos crisis; y no sólo eso, vamos a
llevar a cabo o vamos a consumar la obra de transformación de México”.
Hasta ahí la cita del licenciado. Pero, dígame usted, ¿se ganó o no la
canonización? Postrado en cama, enfermo –aunque como refiere no de
gravedad–, siempre pensando en el bien de la Patria, y apenitas
levantándose y con el vigor que le inyectó haberse sometido al
experimento del Instituto Nacional de Nutrición, se dijo: ¡Andrés
Manuel, tienes que seguir trabajando como millones de mexicanos”.
¿Y?
Carlos Tomasini, asumo que reportero del sitio de noticias
códigolibre.mx le insistió en lo que todo México pregunta:
¿Se va a hacer obligatorio el uso de cubrebocas, sí o no? ¿Y usted va
a usar el cubrebocas ahora en adelante ahora que ya padeció la
enfermedad, sí o no?
De antología la respuesta del licenciadopresidente:
“En México no hay autoritarismo, está prohibido prohibir, todo es
voluntario, lo más importante es la libertad y cada quien debe de
asumir su responsabilidad. En México no ha habido con la pandemia
toque de queda como en otras partes ni se ha obligado a nada, es una
decisión de cada persona. ¿Qué es lo que se ha venido recomendando?
Cuidar la sana distancia, el no hacer actos masivos, el cuidarnos
incluso hasta de reuniones familiares, cuando participan muchas
personas, eso básicamente.
Peeero, el joven Tomasini insistió:
¿Usted va a usar el cubrebocas?
–No, no, ahora ya además, de acuerdo a lo que plantean los médicos,
ya no contagio—respondió el inquilino de Palacio, tocado por la
divinidad que lo hizo inmune.
Y cuentan quienes estuvieron en ese lugar y a la hora convocada, un
resplandor envolvió a Andrés Manuel y… Conste.