*Miles y miles de personas en México creen con firmeza que efectivamente algo tiene que ver el Demonio en los supuestamente enigmáticos episodios “inexplicables”
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México
Ciudad de México.- Al principio alguien lo denominó “El Triángulo del Diablo” y un escritor talentoso lo transformó en el “Triángulo de las Bermudas”, dotándolo de misteriosas desapariciones de barcos y aviones en más de un millón de kilómetros cuadrados de océano.
Así, miles y miles de personas en México creen con firmeza que efectivamente algo tiene que ver el Demonio en los supuestamente enigmáticos episodios “inexplicables”.
National Geographic nos explica en Internet que hay una fecha que marca el inicio de este misterio: El año 1945, cuando una cuadrilla de cinco aviones de la Marina de Estados Unidos, desaparecieron cuando sobrevolaban la zona ubicada entre Miami, Puerto Rico e Islas Bermudas.
Y otro avión que acudió al rescate de los cinco primeros también se perdió sin dejar rastro, y en la última comunicación que se tuvo con las 27 personas desaparecidas, se supo que estaban perdidas y no sabían qué rumbo tomar.
Por otro lado, la primera noticia escrita que se tuvo fue en 1950, del periodista amarillista Edward Van Winkle Jones, del “Miami Herald”, quien redactó sobre la extraña desaparición de “gran número de barcos” en las costas de las Bahamas.
Dos años después —añade National Geographic— se sumó a este misterio el escritor George X. Sand, quien aseguró que en la zona había unas misteriosas desapariciones marinas y más adelante, en 1964, la revista de artículos de ficción “Argosy Magazine” publicó un completo artículo denominado “El mortal Triángulo de las Bermudas”, en el que hablaba de extrañas desapariciones, fenómenos paranormales y misterios que hacían que quien navegaba esas aguas automáticamente desaparecía.
El escritor Kendrick Frazier, del Reader´s Digest, informó que el Triángulo de las Bermudas ha despertado nuestra curiosidad; nos intrigan las fábulas de antiguos astronautas, (léanse las obras de Erich Von Daniken), el doblaje de llaves a cargo de Uri Geller y los relatos acerca del abominable Hombre de las Nieves y el monstruo del Lago Ness.
(Se sabe que fue una broma de dos ancianas, pero, como provocó una avalancha turística sin antecedente, se dejó creer al mundo que un monstruo antediluviano “anda por ahí, pero es muy tímido”).
Los libros publicados sobre esos y otros temas se venden por millones, mientras las refutaciones de respetados científicos acumulan polvo en medio del escepticismo.
¿Por qué esa explosión de interés, aun entre personas por demás sensatas?-se pregunta Frazier.
¿Estamos abandonando los ideales científicos de la racionalidad, el examen de las pruebas y la sobria experimentación que han traído a la civilización moderna a su nivel actual?.