Ricardo Ravelo/Sol Campeche
–Las declaraciones del general Glen Vanherk, jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, señalan que debido al control territorial de las organizaciones criminales hay migración e inseguridad en la frontera. El presidente Andrés Manuel López Obrador sostiene que eso no es cierto, aunque la realidad sea evidente.
Hay realidades que el presidente no quiere ver pese a que perturban la vida pública toda. Se trata de la delincuencia organizada, disparada por todos lados, desenfrenada y sin que ninguna contención la frene. Esta realidad la mira todo el mundo, menos el presidente, quien niega que el narcotráfico controle el 35 por ciento del territorio, como lo dijo el general Glen VanHerk, jefe del Comando Norte de los Estados Unidos, un militar con amplios conocimientos sobre el poder de los cárteles en América Latina.
Este militar estadunidense hizo declaraciones puntuales sobre el crecimiento exponencial del crimen organizado en México, un fenómeno que no es nuevo, pues desde el 2010 el Senado de la República había advertido que más del 60 por ciento del territorio mexicano estaba controlado por el crimen
En aquel momento, el área de estudios municipales del Senado dio cuenta que el 60 por ciento de los municipios del país eran gobernados por figuras políticas que en realidad operaban como piezas al servicio de grupos criminales; en otros casos –decía aquel estudio –se trata de personajes relacionados directa o indirectamente con actividades ilícitas.
Glen VanHerk expuso que, debido a la fuerte presencia del crimen en diversos territorios de México, la gente busca emigrar hacia Estados Unidos. Expresó: “Diré que es un síntoma de un problema más amplio…No voy a involucrarme en política ni en llamar crisis o no a la situación, lo cierto es que necesitamos una frontera segura y saber quiénes vienen (a Estados Unidos).
Añadió:
“Todos estos indicadores y razones de por qué la gente deja Centroamérica, Sudamérica y México para venir a nuestra nación”, dijo también el jefe del Comando Norte y encargado de la seguridad desde la región de Las Bahamas hasta Alaska.
Los reporteros le preguntaron a VanHerk sobre las causas del aumento de la migración en la frontera con Estados Unidos, lo que se ha calificado por la prensa estadunidense como crisis humanitaria sin precedentes en los últimos años. El funcionario fue enfático: “Cuando digo síntoma, narcotráfico, migración, tráfico humano, todos son síntomas de las organizaciones criminales transnacionales que operan con regularidad en áreas sin gobierno”.
Se refirió además a que ese control territorial por parte del crimen organizado, que VanHerk calcula entre el 30 y el 35 por ciento, es para él la causa de los problemas que afectan a la frontera entre México y Estados Unidos.
Dijo que las regiones controladas por organizaciones del crimen organizado abren flancos de intervencionismo en las naciones que las padecen, lo que permite que potencias enemigas de Estados Unidos aprovechen esta situación para entrometerse en los territorios en conflicto, en clara referencia a Rusia o China.
En la conferencia mañanera de ayer jueves 18 de marzo, el presidente Andrés Manuel López Obrador fue cuestionado sobre las declaraciones del militar estadunidense. Negó que sus declaraciones sean ciertas, aunque dijo que respetaba su dicho. “No nos vamos a pelear con Estados Unidos”, expresó.
Con esta posición, López Obrador evadió por completo el problema de la narcopolitica, la penetración del crimen organizado en las regiones del país, el control territorial y político que es evidente por doquier.
Tan sólo en Guerrero –uno de los estados más conflictivos –operan cerca de 450 organizaciones criminales cuyos jefes son, a su vez, piezas de la política: fungen como alcaldes, regidores, síndicos o jefes policiacos. Este es un ejemplo de cómo la política se ha entreverado con el crimen y eso explica, además, la violencia imparable en ese estado, puerta de entrada de la ruta del Pacífico, una de las más disputadas por el crimen.
Las declaraciones de VanHerk pueden ser interpretadas como una señal de lo que el gobierno de Joe Biden podría negociar con el gobierno de México. Aquí están abiertamente expuestos los dos temas que le importan al nuevo presidente de Estados Unidos: la migración y el combate al crimen organizado no sólo en México sino en todo el continente latinoamericano.
Cabe señalar que un proyecto que se mantiene en suspenso –que bien podría detener el flujo migratorio –son las inversiones que se plantearon como necesarias para Centroamérica para crear empleos que impidan que la gente migre de sus países.
De robustecerse ese proyecto, México podría dejar de utilizar a su Guardia Nacional como cortina de contención migratoria. Le mejor cortina es el empleo y este se detona con inversión. Esperemos que algún día lo entiendan las autoridades estadunidenses.