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EL ÁGORA

Octavio Campos/Sol Campeche

LOS CANDIDATOS Y LAS MULAS DE SIEMPRE

El próximo seis de julio se disputarán más de 20 mil cargos de elección popular para renovar 15 gubernaturas, 30 congresos locales, 1,900 ayuntamientos, 16 alcaldías en la CDMX y 500 diputaciones federales. A pesar de que son comicios intermedios, se espera una buena participación de los 94 millones de votantes que hay en el padrón electoral.

El INE aprobó el orden en que aparecerán los partidos participantes en las boletas electorales y asignó millones de spots en tiempos oficiales de radio y televisión, anuncios que no presentan plataformas o propuestas, pero descalifican y exhiben -con poca creatividad- a los contrincantes, magnificando los errores ajenos, en espera de que el elector no vote por ellos. Las listas de candidatos son más de lo mismo, fórmulas que dejaron de ser atractivas para el ciudadano.

En esa obsesión morenista por retener la mayoría en el Congreso y extender su presencia en los estados, lejos de dirimir sus luchas internas, el divisionismo y la polarización que le caracteriza e impidió sacar limpias la selección de candidatos, se dedica a la pepena de integrantes de otros institutos políticos, a los que ofrece posiciones a cambio de su militancia, a pesar de que todavía no cuenta con un padrón confiable de sus propios miembros.

La coalición opositora -PRI, PAN y PRD- sigue los mismos pasos y son cuestionados por la poca autoridad moral y política de sus candidatos, donde figuran también muchos chapulines o cartuchos quemados, gente ignorante o comediantes -queriendo emular al exmandatario guatemalteco Jimmy Morales-, que no despiertan pasión ni mueven a los sufragantes. Lo que parecía una buena estrategia política para enfrentar a Morena, restarle presencia en el Congreso y retener o aumentar las actuales posiciones de los tres partidos, se fractura, se diluye.

Los afanes personales, los intereses políticos, las ambiciones de grupo y la arrogancia partidista pueden hacer fracasar esta intentona por desbarrancar el proyecto político presidencial.

Las viejas y nuevas franquicias: Verde Ecologista, Movimiento Ciudadano y la chiquillada recién formada -que seguramente perderá el registro como en pasadas las elecciones-, también recurren a la arrebatinga de inconformes, disidentes o resentidos que no fueron tomados en cuentas para candidatos a gobernadores, ediles o legisladores.

Las contiendas electorales dejaron de ser disputas ideológicas para, ahora, vender candidatos que no logran la empatía con el ciudadano, quien busca urgentemente un líder, un buen gestor que dé respuesta a sus problemas.

El exprocurador General de la República, Ignacio Morales Lechuga, recordó, a propósito de este desatino de postular políticos añejos, a su paisano Adolfo Ruiz Cortines -cuya pasión por el dominó la aplicaba a la política-, quien decía: “por más que hago la sopa, me salen siempre las mismas mulas”.

Preocupados más por desacreditar a la oposición y quitarles membresía, los partidos dejan de presentar propuestas o soluciones para perfilar a candidatos que ya no convencen al electorado, son personajes impresentables, sin carisma, sin ideas y hasta con probables conductas criminales, como devela la investigación contra cuestionados políticos ligados al régimen y exgobernadores por su colusión con la mafia rumana. La ética no se da en muchos de los suspirantes a cargos de elección popular.

Nuestra democracia está en crisis, igual que el sistema de partidos. Atrás quedó la contienda política e ideológica para lograr representatividad, el voto dejó de ser útil para elegir a quienes deben gobernar o legislar. Hoy, la mercadotecnia nos ofrece productos caducos y franquicias que buscan el poder por el poder mismo o la retribución mercenaria. No caigamos en ese juego perverso ni permitamos que nos vendan a las mismas mulas de siempre.