Reportajes Especiales

CRIMEN CONFABULADO (7/7 PARTES)

*Las autoridades, quienes prefirieron dar siempre la versión de que, a veces, los perros no avisan Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México Ciudad de México. – Exactamente.  Las sirvientas.  Una de ellas era amiga de “Clemente”, el chofer y cobrador del lote de autos Diamante.   El tipo fue agente federal, pero fue expulsado por su conducta delictiva.  En aquel tiempo no muchos comprendían la importancia política que tenía “Clemente”, pero era relativamente fácil de entender: “Clemente” no era otro que Tony Espino, políglota, cubano, adiestrado en Estados Unidos, asesino de un petrolero en México y detenido en Argentina bajo el nombre de “Juan Herrera Herrera”, ex guardaespaldas de Carlos Prío Socarrás, cuyos contactos en México le consiguió “Clemente” para facilitar la revolución cubana.  Lo más difícil de explicar a la opinión pública en México, era que muchos de nuestros funcionarios alentaron y apoyaron el entrenamiento de los guerrilleros cubanos comandados por Fidel Castro Ruz y Ernesto “Che” Guevara para que derrocaran a Fulgencio Batista.  Los dos líderes fueron arrestados por la Dirección Federal de Seguridad, y cuando se suponía que serían deportados a Cuba …Lázaro Cárdenas del Río, expresidente de México, interpuso sus influencias para “salvarles la vida”, aunque obviamente, no se le dio crédito al michoacano sino al famoso Fernando Gutiérrez Barrios, uno de los mejores policías mexicanos. Por lo tanto, según se rumoró, en la cárcel de Lecumberri se fingió ignorar los planes de evasión que tenían Tony Espino y Fidel Corvera Ríos, quienes financiaron la compra de armas y de madera, ésta para construir enorme escalera con la que pudieron llegar varios prisioneros hasta lo alto de la muralla.   Fidel Corvera Rios fue herido de un balazo, pero se descolgó por un cable telefónico y se mantuvo prófugo por varias semanas…  pero Tony Espino ni siquiera logró llegar a la escalera, fue abatido en la prisión sin darle tiempo a reaccionar, ante el evidente “cuatro” que le pusieron las autoridades. Los secretos políticos quedaban aparentemente a salvo, nadie podría comprobar que Fidel Castro Ruz y Ernesto “Che” Guevara fueron auxiliados por funcionarios mexicanos.  Pocos años más tarde, después del triunfo de la insurrección, demencialmente Castro y Guevara pusieron al mundo en peligro cuando permitieron la instalación de misiles nucleares rusos en la isla. Los autores materiales del doble crimen en las calles de Lucerna 84-A, no fueron identificados por las autoridades, quienes prefirieron dar siempre la versión de que, a veces, los perros “no avisan a sus dueños cuando entran ladrones a los domicilios” y que el sueño de algunas sirvientas, “en ocasiones es muy profundo, al grado de que las empleadas no oyen gritos de auxilio”.