*Entre la riqueza del narco y la miseria del pueblo
*Hoy se produce más coca que en la época de oro de Pablo Escobar
*Estados Unidos: mayor consumidor con 30 millones de adictos
*Mexico: principal acaparador, comprador y distribuidor
*Cártel de Sinaloa, Jalisco y Zetas, dueños de cultivos en Colombia
Redacción/ Sol Quintana Roo / Sol Yucatán / Sol Campeche / La Opinión de México
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A más de un cuarto de siglo de la muerte de Pablo Escobar Gaviria y de la captura de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, líderes de los cárteles de Medellín y Cali, los más poderosos en la década de los noventas, Colombia sigue siendo el principal abastecedor de cocaína en el mundo; con una producción en el 2018 que redituó al mercado negro más de 5 mil 100 millones de dólares, de acuerdo a un estudio realizado por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico de la Universidad de los Andes.
Asimismo, un reporte de la organización norteamericana “Cirujano General de la Nación” revela que la droga producida por Colombia, en una superficie de más de 210 mil hectáreas, representa el 70 por ciento de la coca que llega a los Estados Unidos, destinada a una población de más de 30 millones de adictos; aunque también Perú y Ecuador son otros de los países andinos que hacen llegar cientos de toneladas de droga a la Unión Americana.
Pero si bien Colombia es el más importante productor y Estados Unidos el más grande consumidor de la droga, los cárteles mexicanos se han transformado en los más poderosos comercializadores. ya que se apoderaron del mercado y son los que mantienen el control no nada más en la compra del material, sino incluso de plantíos donde tienen trabajando a gente con un sueldo.
Así lo señalan pobladores de los Departamentos (municipios) de Colombia donde se cultiva la coca, como Cauca, Nariño, Valle, Antioquia, Bolívar, Norte de Santander y Putumayo, entre otros, quienes dicen que la presencia de narcos mexicanos no es nueva, pero en los últimos años se ha incrementado.
“Ellos no necesitan traer ejércitos, ni instalarse en grandes terrenos para sembrar; ellos simplemente llegan aquí (Colombia), como patrones; identifican a los que siembran, los buscan, hacen tratos, pagan y se van. Los que les venden se la llevan hasta cierto punto, donde ellos ya tienen gente que se hace cargo de llevarla hasta México y de ahí ellos saben cómo movilizarla para que llegue hasta los EU”, señalan los lugareños.
“Pero no nada más vienen a comprar droga, ya hasta se hicieron dueños de muchas hectáreas donde cultivan la coca y tienen trabajando a mucha gente; eso lo saben las autoridades y no hacen nada”, relataron.
En ese contexto, reportes de inteligencia de la Drug Enforcement Administration (DEA), señalan que los narcos mexicanos que mantienen permanente presencia y compran al menos las dos terceras partes de la cocaína que se produce en Antioquia, Chocó, Córdoba, Valle del Cauca, Cauca, Nariño, Arauca, Putumayo, Norte de Santander, Meta y Guaviare, son los cárteles de Sinaloa, Jalisco Nueva Generación y Los Zetas.
Para mantener y controlar el negocio de la coca que se produce en 100 mil hectáreas, , señalan los reportes, han reclutado a miles de hombres y mujeres oriundos de la nación, que son los que conocen las condiciones geográficas y climáticas de los sembradíos, aunque también llevan a mexicanos con la encomienda de aprender y ejercer acciones capataz.
El ex fiscal general de Colombia, Néstor Humberto Martínez Neira, declaró el pasado año que los carteles mexicanos ya empezaron a adquirir plantaciones de coca y para ello llevaron de México ingenieros agrónomos, con miras a la mejora en laboratorios de la productividad de la planta y cada vez es mayor el número de mexicanos que toman parte en esas actividades.
Por otra parte, informes de inteligencia de la Policía Antinarcóticos Colomiana, indican que miembros de los carteles mexicanos ya son propietarios de plantíos ilegales en al menos nueve departamentos de ese país: Antioquia, Cundinamarca, Norte de Santander, Valle del Cauca, Nariño, Cauca, Meta, Guaviare, Vichada y Córdoba.
Es decir que ahora los capos mexicanos ya no sólo van a Colombia o envían emisarios a negociar la compra de la droga, como lo hacían en la década de los noventas, sino que toman el control del negocio mediante la compra de cultivos o inclusive por incumplimientos de las cuotas de la coca colombiana con las que deben cumplir los narcos “de casa”.
Pero además, para aprovechar la nueva bonanza cocalera en Colombia, con más de 200 mil hectáreas de sembradío de coca, los cárteles mexicanos mandaron gente a las zonas de mayor concentración de narcocultivos, como son Tumaco, El Nudo de Paramillo, El Catatumbo, El Bajo Cauca Antioqueño y a la Orinoquia para asumir el control completo.
En la franja del Pacífico, ruta por donde sale el 60 por ciento de la coca nacional, se ubica otro gran asentamiento de mexicanos que patrocinan los cultivos, además de implementar la infraestructura necesaria para procesar la hoja de coca.
Anny Castillo, personera de Tumaco, la nueva capital de la coca con 23 mil hectáreas sembradas, asegura que en barrios y veredas los lugareños manifiestan que a últimas fechas han visto más mexicanos y que tienen una fuerte injerencia en el negocio.
La Fiscalía y la Policía Antinarcóticos, comentan los lugareños, tienen información de que los mexicanos enviaron a Cauca a expertos químicos para verificar el nivel de pureza, pero aun así las autpridades no tocan el tema y menos intervienen “es como si para ellos no existieran”.
En Cali también se ha detectado la presencia de la mafia mexicana, que paga millonarias sumas por una membresía de las FARC, de tal suerte que negocia los embarques enviados a través del puerto de Buenaventura, independientemente de que adquieren bienes mediante los cuales lavan el dinero, según reportes de la DEA.
La influencia de los capos mexicanos llega hasta Catatumbo (Norte de Santander), otra de las principales zonas productivas de coca donde auspician la instalación de infraestructura para mejorar y agilizar la producción de coca.
Dado su poder económico, han tomado como sus operadores a diferentes bandas, según al cártel de que se trate. Entre los grupos locales de figuran “Los Pelusos”, “Los JJ”, “Los Invisibles” y otros.
La presencia de los cárteles mexicanos es tan evidente, que incluso reportes de la Policía Nacional de Colombia, señalan que “El Cartel de Sinaloa” ya tiene seis oficinas en Tumaco, Cali, Bogotá, Bucaramanga, Cartagena y Medellín, desde donde controlan cultivos, producción y envíos de la coca.
Los envíos de droga los sacan por los puertos de Santa Marta y Barranquilla mediante los llamados “vuelos negros” que parten de pistas clandestinas, además de los “vuelos blancos” que despegan de aeropuertos oficiales, en aviones privados y hasta chárter de ejecutivos, bajo la miopía de quienes deberían combatir el narcotráfico.
En cada una de esas oficinas, trabaja media docen de personas que establecen comunicación con teléfonos encriptados. Uno de los empleados es enviado a los laboratorios para asegurarse de que la cocaína alcance una pureza de 99 por ciento y se convierta en clorhidrato de cocaína; otro se encarga de manejar el efectivo, llegando a pagar hasta 5 millones de dólares por cargamento y los demás se encargan de coordinar la logística y los sobornos.“Los mexicanos andan en camionetas blindadas y hacen fiestas con música que duran días, en Cartagena, Santa Marta, Barranquilla, San Andrés y otros departamentos y son muy notorios porque son muy violentos, siempre rodeados de mujeres y dispuestos a echar bala por cualquier cosa”, dicen los barranquilleros.