El Cártel de Sinaloa, liderado por Ismael “El Mayo” Zambada, es el dueño de Bolivia.
En la región andina se registró, en 2017, el récord de 245 mil hectáreas de plantaciones de coca. De esa cifra, el 70 por ciento correspondió a Colombia, el 20 a Perú y el 10 por ciento a Bolivia.
Hasta el 2020, se ha revelado la existencia en Bolivia de varias organizaciones criminales de otros países como México, Brasil, Colombia, Italia y Rusia.
En Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, se han detectado varias fábricas de cristalización de cocaína que se valen de una frontera de casi 7 mil kilómetros con Brasil, Argentina, Perú, Paraguay y Chile.
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México
Ciudad de México.- El Cártel de Sinaloa es el amo y señor en Bolivia. Liderado por el mítico capo mexicano Ismael “El Mayo” Zambada García –quien nunca ha sido capturado tras más de medio siglo de operar–, incide también en esa nación donde no hay cárteles como tal sino clanes familiares y dueños de pequeños sembradíos. Todos han terminado subordinados a la organización criminal sinaloense que acapara la mayor producción de coca e incluso ya es dueña de algunos sembradíos.
En Bolivia no existen organizaciones criminales a las que pueda calificarse como “cárteles”, aunque si existen grupos de alta criminalidad locales, de Colombia y de Brasil. Pero principalmente de México mediante la mafia de Sinaloa, que compra casi toda la producción de la coca.
En toda la región andina, durante 2017, se registró el récord de 245 mil hectáreas de plantaciones de coca. De esa cifra, el 70 por ciento correspondió a Colombia, un 20 a Perú y un 10 por ciento a Bolivia.
Hasta el 2020, la Policía Boliviana ha revelado la existencia en ese país de casi una decena de organizaciones criminales de otros países: el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y los Zetas –estos de México–; el Primer Comando Capital (PCC) y el Comando Vermelho (CV) –ambos de Brasil–, el Cártel de Medellín y del Norte del Valle, provenientes de Colombia.
Además de estos grupos latinoamericanos, también se detectó la presencia de la mafia italiana calabresa ‘Ndrangheta, de antiguos miembros de las FARC y de la mafia rusa que penetró principalmente durante el periodo de gobierno de Evo Morales, entre otras fuerzas.
Conforme a reportes de inteligencia de la DEA y el FBI, así como de la Policía de Investigaciones de Chile (PDI), las mafias del narcotráfico son atraídas por la calidad de la cocaína boliviana. Sus productores la purifican y comercializan con una pureza superior al 95 por ciento.
A ese “atractivo” hay que sumar que las fronteras bolivianas se convirtieron en paso casi obligado para los cárteles u organizaciones de narcos de Colombia, Brasil y México. En el sureste de dicho país, en la frontera con Santa Cruz de la Sierra, se han detectado varias fábricas de cristalización de cocaína, lo que responde a toda lógica si se comprende que es una frontera de casi 7 mil kilómetros con Brasil, Argentina, Perú, Paraguay y Chile; donde la mayor parte de la franja fronteriza es altamente vulnerable.
El despliegue de las entidades criminales en territorio boliviano, tanto nacionales como extranjeras, se orienta hacia los territorios orientales del país, especialmente hacia Santa Cruz Sierra, a la que consideran “el epicentro del tráfico ilícito de drogas en Bolivia”.
En esa localidad se localizan laboratorios clandestinos, áreas de acopio, refinamiento, distribución y comercialización de la droga. También más de una docena de escuelas de aviación para formar los pilotos de los aviones que realizan los llamados “narcovuelos” o transporte aéreo de las drogas. Los cursos cuestan 25 mil dólares. Los alumnos los pueden pagar con las ganancias de sus primeros vuelos ilegales.