*Todos esos grupos terminan siendo subordinados de los Cárteles mexicanos, del que sobresale el Cártel de Sinaloa, que si bien no ha dejado de comprar cocaína al por mayor, ahora negocia en forma directa con los productores de cocaína bolivianos
*Bolivia llegó a tener su propia mafia del narco, encabezada por Roberto Suárez Gómez, “El Rey de la Cocaína”, oriundo de Santa Ana del Yacuma, que incluso llegó a trabajar con Pablo Escobar Gaviria, líder del Cártel de Medellín
Redacción/Sol Quintana Roo/Sol Yucatán/Sol Campeche/La Opinión de México
(Tercera de cuatro partes)
Ciudad de México.- Por lo que se refiere a los grupos locales que el gobierno boliviano no reconoce como Cárteles, hay paramilitares, ex policías, policías en activo y simples pandilleros que formaron las llamadas Bandas Criminales que se autodenominaron “Bacrim”, entre ellos las Autodefensas Campesinas de Casanare (ACC), Los Rastrojos y Los Urabeños.
Sin embargo, todos esos grupos terminan siendo subordinados de los cárteles mexicanos, del que sobresale el Cártel de Sinaloa, que si bien no ha dejado de comprar cocaína al por mayor, ahora negocia en forma directa con los productores de cocaína bolivianos y ya hasta tiene sus propios plantíos en varias de las localidades.
Otro de los factores que incide para que Bolivia represente uno de los principales abastecedores de cocaína a los diferentes cárteles, es su precio ya que un kilo de coca comprada en Bolivia, cuesta 2 mil dólares, aproximadamente, mientras que en Colombia vale 3 mil y su precio aumenta conforma cruza los países rumbo a la Unión Americana, a Europa, al continente asiático y al mundo occidental.
Al llegar a la frontera sur con México, antes de cruzar, su precio es entre 5 y 7 mil dólares; ya en México, aumentó a 12 mil y en Tepito, principal almacén, subió a 18 mil; en la frontera norte, antes del cruce, ya cuesta 25 mil y una vez en territorio estadounidense subió hasta 50 mil el kilogramo.
Según informes antidrogas, Bolivia y Colombia también actúan como puntos de transbordo para los mercados más lucrativos de todos: Europa y Asia. En España o en Holanda, los principales puertos de entrada a Europa, un kilo de cocaína tiene un valor de 50 mil dólares; en el Reino Unido, 60 mil; en Rusia 80 mil y en Tokio, ese kilo de cocaína puede alcanzar un valor superior a los 100 mil dólares.
Pero la base de coca peruana y la cocaína boliviana no son las únicas drogas que pasan y salen de dicha nación andina, también la marihuana de Paraguay, principal productor de la yerba en Sudamérica, que en ese país cuesta 30 dólares el kilo y cuyo precio llega a aumentar hasta en 2 mil 500 dólares en Estados Unidos.
En un tiempo, Bolivia llegó a tener su propia mafia del narco, encabezada por Roberto Suárez Gómez, “El Rey de la Cocaína”. Oriundo de Santa Ana del Yacuma, que incluso llegó a trabajar con Pablo Escobar Gaviria, líder del Cártel de Medellín, hasta que Roberto falleció en el 2000, pero no por algún ajuste de cuentas o enfrentamiento, sino de un infarto fulminante.
Pese a la violencia que circunda al narcotráfico, paradójicamente en Bolivia hay poca violencia entre los clanes, quizá por el arraigo que tiene la cultura indígena que aborrece la violencia y busca soluciones pacíficas y comunes a los problemas, por lo que sus actividades, aunque ilícitas, no atraen la atención de las autoridades.
No obstante, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD) ha advertido que si Bolivia mantiene su posición como uno de los principales países productores y punto de tránsito de drogas, y además continúa su relación y subordinación a los Cárteles mexicanos, considerados como los más violentos, será inevitable que también caiga en la espiral de violencia.